Transformando lo que desechamos: La importancia de hacer composta con heces caninas

En un mundo cada vez más consciente del impacto ambiental de nuestras acciones, la gestión adecuada de los residuos se vuelve una responsabilidad compartida. Entre los residuos menos considerados pero con un alto volumen en zonas urbanas están las heces caninas. Aunque muchos dueños de mascotas cumplen con recogerlas, pocas veces se piensa en su destino final. ¿Sabías que también pueden convertirse en composta?

¿Por qué compostar heces de perro?

Las heces caninas, aunque no se pueden incorporar directamente a la composta tradicional por su carga bacteriana, sí pueden ser compostadas de forma segura y eficiente con el proceso adecuado. Esta práctica no solo reduce la contaminación y los malos olores, sino que también evita que miles de toneladas de residuos orgánicos terminen en rellenos sanitarios cada año.

Beneficios ambientales

  1. Reducción de residuos sólidos urbanos: Solo en México, se estima que hay más de 28 millones de perros. Si al menos la mitad produce excremento diariamente, el volumen generado es significativo.

  2. Prevención de enfermedades: Un sistema de composta bien manejado puede inactivar patógenos presentes en las heces, evitando que lleguen a cuerpos de agua o al suelo sin tratamiento.

  3. Fertilizante útil para áreas no comestibles: La composta de heces de perro puede utilizarse en áreas verdes ornamentales, jardines públicos, árboles y plantas no destinadas al consumo humano.

¿Cómo se hace?

La clave está en crear un sistema separado y especializado, conocido como «compostero para heces caninas», que controle temperatura, humedad y tiempo de descomposición. Algunas recomendaciones clave:

  • Usar un recipiente cerrado y ventilado.

  • Agregar materiales ricos en carbono (aserrín, hojas secas).

  • Evitar restos de comida o heces humanas.

  • Mantener una temperatura interna que supere los 60°C para eliminar patógenos.

Educación y cultura ecológica

Incorporar la composta de heces caninas en nuestras rutinas también implica una transformación cultural. Se trata de ver los residuos no como basura, sino como recursos que, bien gestionados, pueden generar vida en lugar de contaminar. En espacios universitarios, parques, colonias y comunidades pet-friendly, promover este tipo de prácticas puede ser el inicio de una convivencia más responsable y sostenible.

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